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J&I

¿Cómo narrar las vivencias que llevas con tu mejor amiga?, ¿cómo escribes en un post de unos 5 minutos toda una vida de historias? Posiblemente deba hacer más de una publicación, pero al menos trataré de mencionarles cómo elegimos a esas personas que serán nuestras familias.

Pocas veces mantenemos la amistad con las personas que conocemos de niñez o de adolescente, todos nos hacemos la promesa de que seremos amigos toda la vida, pero el acto de hacerlo realidad, es bastante difícil... la vida siempre buscará cómo alejarnos de quiénes nos dieron lo mejor de uno, el crecer, madurar, formar nuestra propia familia, pueden alejarnos de amistades con las que juramos nunca alejarnos, pero, si sabemos cultivar la amistad y crear el balance, ellos estarán con nosotros toda la vida.


Hace veinte años fui obligado y chantajeado por mi hermano a asistir con él al grupo de teatro de la parroquia, a él le interesaba formar una carrera de eso, yo sólo debía ir para pasar el rato, si bien el grupo no tenía más de 10 participantes, se podría decir que nuestras ganas parecían de 100... y ahí fue dónde nos conocimos.


Todos sabemos que en el mundo existen esas personas que son como un agujero negro, y que jalan toda nuestra buena vibra, pero también está el otro lado, las personas que tienen una súper energía y que se convierten en todo para ti... y así, por ese choques de energías fue que nos volvimos amigos. La verdad que las relaciones no se hacen de la noche a la mañana, sólo si eres familia, necesitas cultivarla, crecer juntos y tener experiencias, y bueno, eso es lo que hicimos, vivimos.


I. De adolescentes a adultos.-

Joanna estaba por cumplir dieciséis años y yo los dieciocho, ella tenía una actitud muy positiva y una sonrisa que pocas veces se le iba del rostro, y gracias a pasar el tiempo en el grupo -nos reuníamos 2 veces por semanas-, empezamos a hacerlo más seguido.


Cada vez que podíamos, nos íbamos a la casa de uno o la casa del otro, el grupo de siete personas, andábamos mataperreando y haciendo bromas casi todo el tiempo, lo que disgustaba a nuestros padres, ya que, pensaban que perdíamos el tiempo. Bueno, de cierta forma a esa edad estar con los amigos es una forma de perder el tiempo, pero, seamos sinceros, ¿quién hace caso a los padres en la adolescencia?, tus amigos se hacen tu mundo y esperas contarle al lujo de detalles tu vida.


El paso de adolescente a adulto no es fácil, por más que todos digan que la edad hace la experiencia, llega un momento en que te sacas la venda y te enfrentas al mundo real, el cual no te espera para abrazarte y resaltar lo mejor de la sociedad, sino que espera aplastarte a ver si tienes la suficiente fuerza para seguir adelante. Es así, que este pase ayudó a consolidar nuestras relaciones, al inicio creí que no llegaríamos a tener esa confidencia que logramos, ella andaba más con mi hermano que conmigo, pero los caminos de la vida nos llevó a que confiemos uno del otro.


Mientras crecemos olvidamos los sucesos que nos pasaron, o simplemente tenemos mente selectiva y preferimos sólo recordar lo que nos conviene, por lo que con Joanna pasamos los momentos más alegres pero también los más difíciles... uno ayudó al otro a madurar, sólo con una receta mágica: "escuchar, aconsejar y no crear juicios". He conocido a tantas personas y todos siempre hacemos un juicio de valor, hasta de cosas absurdas: cómo viste, dónde vive, la ropa, hasta de su pasado, pero, la amistad, la verdadera amistad, no se fija en eso, sino en las veces en que te ayudaron a ponerte de pie.


No voy a mentirles, con Joanna y el resto del grupo hemos vivido las juergas más alucinantes, y casi todas en mi casa, -podíamos aprovechar porque mis padres trabajaban de noche, lo que podíamos hacer reuniones sin que haya supervisión adulta-, sólo para contarles: una de las juergas más fuertes fue su despedida, ella se iba a la semana siguiente a Madrid, así que nos reunimos todos para despedirla, casi 40 personas estaban en la sala, bailando, tomando, firmando la pancarta que le hicimos, chelas iban y venían, hasta que ella se fue al balcón y le dio la melancolía (debe ser difícil irte y dejar atrás toda tu vida, tus amigos, los buenos momentos por más que entiendas que es lo mejor para ti), así que para animarla decidimos echarle cerveza encima, a lo que ella respondió con lo mismo hasta bañar a todos en la sala.


No sólo nos divertíamos en casa, sino también que salíamos, nuestro lugar favorito se volvió Chulos de Marina Park, al cuál asistíamos cada vez que podíamos -es decir, juntar dinero de las propinas hasta conseguir pagar 3 jarras de chelas y bailar hasta que nos boten-, ahí celebramos algunos cumpleaños, principalmente cuando cumplimos la mayoría de edad, y lo que más le encantaba a Joanna era ir con mi hermano al estrado y bailar con todos, o a veces se subían a la barra.


Si le preguntan a nuestros padres, cómo fue nuestra vida de 18 a 22 años, posiblemente hayan olvidado todas las veces que llegábamos a las 5am a casa, nos bañábamos e íbamos a dar charlas de catequesis, para luego llegar a la tarde y recién pegar el ojo... extraño tanto esos días en los cuáles el tiempo de regeneración de mi cuerpo era menor que ahora.


El tiempo pasó y ya era el día de despedirnos, nos juntamos una noche antes para pasar el día con ella, imprimimos unas fotos y sólo nos abrazamos, en ese momento el grupo era de 4, así que en la sala de mi casa, los 4 abrazados, mi mamá nos miraba por la puerta, de seguro se preguntaba: "¿qué milagro que no hacen bulla?". Tratamos de que esa despedida fuera lo más larga posible, si bien juramos mantener el contacto, es posible que la distancia, y las pocas oportunidades de viajar, logren el distanciamiento.


II. Las 2 primeras visitas.-

Así como lo juramos, mantuvimos el contacto lo más que podíamos, no nos escribíamos seguido pero estábamos presentes en los momentos más importantes, y gracias a las redes sociales, al menos sabíamos como nos encontramos. Hasta que llegó el primer regreso, Joanna y su mamá pasarían fiestas en Lima, así que estaría al menos 1 mes, para lo que ella amenazó: "te voy a emborrachar cuando esté en Lima".


Si bien no le hice caso a su amenaza, o tal vez pensé que tenía mejor cabeza, acepté el reto, y ver quién emborrachaba a quién en esa oportunidad, cómo Navidad se acercaba, decidimos hacer el "amigo secreto", de una forma muy particular, como siempre estuvimos 4 juntos, cada uno debía regalarle a los otros 3, por un valor simbólico; es así, que esa noche, la bulla de 4 se volvió de 100, nos entregamos los regalos y empezó la parte importante de la noche: las previas... para lo que Joanna trajo el elemento importante: una botella de tequila, la cual intercalamos con vino y chelas.


No les voy a contar que terminé ebrio -principalmente porque "alguien" llenaba mi copa constantemente-, que era recién la medianoche y nos fuimos a la discoteca, o que nunca pude bailar porque estuve metido todo el tiempo en el baño arruinando la noche a todos, o que Joanna se metió hasta mi cubículo para ver cómo estaba o que me sacaron en hombros y me eché a dormir en la banca del parque. No les voy a decir que sí, Joanna cumplió su cometido, me dejó totalmente ebrio esa noche y a duras penas puedo recordar qué dije o cuánto tiempo me pasé en el baño de la disco.


Amaba tanto cuando venía a Lima, ella pasaba por mi hermano a mi casa, luego iban por mí a la chamba, y de ahí dónde mi ex a su oficina, caminábamos con unas chelas en mano, comprábamos pizza, nos íbamos al malecón a conversar, a hablar de nosotros, a jugar verdad o reto... volvíamos a hacer todo eso cuando teníamos cerca de veinte.


Si bien les estoy contando los buenos tiempos, también debo decirles que en su segundo viaje, pasamos los momentos tristes, nuestra bisabuela falleció y lo primero que hizo al bajar del avión, fue a buscarnos, se fue con nosotros al velorio, no necesitaba decir nada, solo miraba y me daba la mano... a veces no necesitas decir nada, el pacto que tenemos implica: "estoy a tu lado aunque sólo quieras estar en silencio", y eso lo hemos hecho siempre. También ese año mi relación tambaleaba, por lo que una tarde me fue a buscar a la oficina para entender qué me pasaba o qué sucedía en mi vida para dejar todo de lado y apartarme, como les comenté, sin prejuicios, sólo escuchar y luego darte un abrazo y calmarte.


La segunda visita pasó, por momentos creí que volvería a Lima pero ese deseo se volvió lejano, por motivos económicos y laborales, Joanna ya no podía venir seguido a Lima, así que las comunicaciones se hicieron on-line.


III. El viaje a Madrid.-

Una de las razones de viajar a Europa en el 2017 fue ver a Joanna, por lo que estuve 6 días en Madrid al inicio del viaje para poder estar con ella, y sí, para poder hablar con alguien que me estaba separando... aunque, aún no tenía cómo verbalizar las razones, sólo necesitaba unos brazos, lo que no se pudo concretar, ya que, mi ex también viajó y eso impidió que pueda hablar del tema como se debía.


Joanna ya tenía mi itinerario desde una semana antes, no pudo ir a recogerme al aeropuerto, por lo que nos vimos al día siguiente de mi llegada, debido al tiempo transcurrido, casi 7 años, no sabía cómo nos tomaría este recuentro, pero todo fue tan natural, tan orgánico que al verla, nos abrazamos como si el tiempo no hubiera pasado. Los rasgos de los veinte habían desaparecido, ya ambos estamos en más de treinta, las voces más adultas y maduras, pero el brillo de la mirada no se perdió.


Esa noche fuimos a un bar de tapas, comimos y bebimos unas cervezas mientras hacíamos un resumen de nuestra vida en los últimos años, hasta que llegamos a la conversación importante, y por mi dolor, preferí no hablar, -también porque ella era amiga de ambos y por una extraña razón, no quería dar mi punto de vista y hablar mal de mi ex o hablar de mis sentimiento, nunca se me da-; por nuestro pacto, ella lo respeto, y quedamos en vernos al día siguiente.


Nos vimos un par de veces más, una con mi ex para celebrar el reencuentro en el Viejo Continente, y otra antes de continuar mi viaje... lo que no sabía era que no regresaría a Madrid; y gracias a las redes sociales, Joanna estuvo conmigo todo el tiempo en que necesité a alguien cuando perdí el pasaporte, ella me buscó las embajadas, opciones de ayuda y se lo agradezco, y antes de regresar me dijo: "aún tenemos una conversación pendiente, dale gracias al universo que te salvó".


No sé si el universo me ayudó en correrme de ese momento, pero al menos conspiró para hablar más adelante, luego del viaje, las conversaciones se volvieron más seguidas, ella tenía muy presente que pocos conocían mi situación y, que era mi única ayuda -la terapia en sí no cuenta-. Y una tarde, mientras mi vida volvía a estar tranquila, recibo un mensaje de voz de Joanna, estaba súper triste, casi llorando, en unas pocas líneas dijo: "ya sé cómo te sientes, me acaban de romper el corazón... que se vaya a la mierda el amor", por supuesto que la llamé, a pesar de la hora en su país, conversamos unos segundos y ahora a mí me tocaba ser su sostén en esos momentos.


IV. Lima 2019.-

Como les comentaba, la vida nos pone esas pruebas, cuando más sientes que todo se está derrumbando, una nueva catástrofe llega, Joanna estaba curando sus heridas y una sombra llega a su vida, a su padre le detectan cáncer terminal y en enero del 2019 fallece... a sólo unos seis meses de su mensaje de voz.


Todo sucedió tan rápido, me manda un mensaje de voz con la voz a medio dolor por el fallecimiento de su padre y en el siguiente mensaje: "estoy llegando a Lima el viernes", no sé mucho de cómo coordinaron todo tan rápido, sólo sé que Joanna y su familia vino a enterrar a su papá en nuestra ciudad. El lunes se hizo la misa por el alma de su padre, a la que no pude ir, por lo que nos vimos el viernes, ella accedió en quedarse en mi casa, nos debíamos una conversación y ya había llegado el momento.


Preparé algo para cenar, compré un whisky -era mi momento de emborracharla-, y un postre y piqueos para pasar la noche, ella llegó con toda una sonrisa -la que escondía el dolor de la pérdida de su padre-, abrí la puerta, nos abrazamos y dijo: "gracias por todo", sé que no hice mucho, pero para ella, saber que podía contarme todo, era suficiente, lo que va en viceversa.


Primero cenamos, luego abrí un par de chelas y hablamos del tema más cercano, no quería ahondar mucho en la herida, pero quería saber cómo se encontraba con el fallecimiento de su padre (deben saber que Joanna amaba demasiado a su padre), si bien se hizo la fuerte y habló de todo sin botar una lágrima, yo sabía cuál era su dolor, se detuvo y nos volvimos a abrazar. "Ahora es tu turno, me debes una conversación desde hace un par de años" agregó, la miré y asentí con la cabeza, luego le respondí: "para esta conversación, debo estar ebrio sino, no podré hablar", ella rió hasta morir y yo fui a sacar el whisky.


Toda es noche hablamos de nosotros, o mejor dicho, de nuestras relaciones fallidas, cada vez que revelábamos algo, nos servíamos un nuevo vaso, no nos hacíamos muchas preguntas, dejamos que cada uno relate su historia, si bien se me hizo difícil, agradecí mucho poder hablarlo al fin, y ella hizo lo mismo. Resarcimos nuestras heridas esa noche hasta acabarnos toda la botella y el six pack de cerveza, sólo los 2 sentados en el sofá, recordando anécdotas, hablando de los rompimientos, de mi horrible divorcio y de los últimos meses de su papá.


A la mañana siguiente, ella va a mi dormitorio con la cara demacrada y me grita: "ya te desquitaste del tequila, ahora me tocó a mí" y se fue corriendo al baño de visitas... yo me sentí entre feliz y preocupado, se echó a mi lado, ambos miramos hacia el techo y nos quedamos sin decir nada.

-"¿Cuánto tiempo va a doler?" -preguntó al fin.

-"Aún duele" -confesé.


Esperamos a que se sienta mejor para desayunar, fuimos por un par de jugos y ella fue a su casa, ya luego quedamos en vernos un par de veces más... sí, para seguir de juerga, sé que su papá recién falleció, pero ambos necesitábamos sanar el dolor.



El siguiente encuentro fue en Cachina Bar, si bien ella empezó a tomar agua, aún estaba mal por la noche del sábado, luego terminamos con chilcanos, bailamos hasta decir basta y la noche terminó... una semana más y ella debió regresar a Madrid, no sin antes hacer un nuevo pacto, y de reafirmar nuestra amistad, uno de mis primeros tatuajes fue J+I en el lado izquierdo del pecho, el cual tuvo su significado en ese momento, pero ahora son las iniciales de Joana y mías, para recordar que no importa el tiempo o la distancia, nuestra amistad no tiene fecha de caducidad.


Este es un resumen de vivencias de 20 años, sé que muchas personas entran y salen de nuestra vida, pero hay otras que están atadas a ti para siempre, que van a estar en tus mejores y peores momentos, que te van a mandar un mensaje: "¿Cómo estás?", cuando sintieron que tú no estabas feliz o al 100%... que sólo van a escucharte, abrazarte o darte la mano, que van a esperar a que tú quieras hablar, que van a respetar tu espacio y tu persona, que no van a condenarte por tu errores o tu pasado, sino que van a construir contigo la mejor versión de ambos.


Y será tu espejo y tu brújula... y si la tienes, saca una cerveza, un par de copas de vino, un shot de tequila, pisco o lo que quieras beber, dile que haga o hagan lo mismo, y digamos: "salud!!!". Salud por la amistad, salud por los buenos tiempos, por las confidencias, por las rebeldías, salud por las tristezas, los duelos, el tiempo que no pueden estar juntos... salud porque siempre estamos juntos.

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