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Cuando llegue la hora...


Hay un momento en nuestra vida, o mejor dicho en nuestra relación, que nos sentamos a pensar y evaluarla, a veces con una taza de café, otras con una copa de vino o una cerveza o simplemente tenemos el televisor prendido pero no le prestamos atención; porque en nuestra mente sólo recorre una pregunta: "¿soy feliz con lo que tengo ahora?", a veces sí dejamos que nuestro consciente responda pero otras veces preferimos no escuchar la respuesta.


Es la historia de todos, ya sea por la rutina, porque ambos tomaron caminos diferentes o, simplemente prevalecieron las metas personales más no las de pareja, y te debates en si seguir o marcharte... entras en la etapa de negación, en tu mente haces la lista de los pro y contra, no sólo de cómo se encuentra tu relación en ese momento, sino de la persona, e incluso de estar soltero otra vez, -listas que se hacen más largas si pasas los treinta. Al final, con un gran sentido de la negación, le das una alta importancia al lado bueno de todo, a los buenos tiempos, y te repites -una y otra vez- es solo una etapa, le echas la culpa al trabajo y sigues estancado.


La complejidad de las relaciones van aumentando mientras vas creciendo:

  1. En la secundaria, cambias de relación rápidamente, las razones de la ruptura son fáciles, y al cabo de un tiempo, vuelves a ser su amigo.

  2. Entre los 20s, con los sentimientos más sólidos, las rupturas se hacen serias, sientes que el mundo se detiene, pero otra vez sigues adelante.

  3. A los 30s y más -como es mi caso-, las rupturas son muy complejas, la idea está en tu mente tiempo hasta antes de dar el paso definitivo, y si viven juntos, la idea es mucho más difícil.


A veces envidio a los más adolescentes, sólo toman la decisión en base a sus propias emociones y empiezan o terminan una relación con facilidad, pero a nuestra edad -lo digo por todos los que pasamos los 30s-, piensas una y otra vez, por más que sientes que es la respuesta correcta, le das importancia a otros factores, básicamente a los "buenos tiempos".


Cómo dice esta hermosa canción:

"Cuando llegue la hora de partir No quiero que me mires con dolor Piensa que ha sucedido, Lo mejor Y que ya estaba escrito Nuestro adiós..."


Sí, terminar una relación que llegó a su fin es difícil, y le damos miles de vuelta y no hacemos nada, pero, muchas veces es lo mejor para ambas partes, vamos a sufrir un momento o varios meses, pero luego de un tiempo, sentirás que fue la mejor decisión.


Hace varios años se terminó definitivamente mi relación más seria -ojalá que sea hasta el momento-, ambos crecimos y maduramos juntos, pero los últimos años empezamos a alejarnos, nuestros ideales de pareja ya no eran lo mismo, y aquello que nos unió (a los 20), ahora nos dividía, y, por muchos momentos, veíamos el lado malo de ambos. Hubo una primera conversación un año antes de la ruptura final, y con un fuerte sentido de la decisión hicimos de todo para mantener una relación, que ya estaba gastada.


Posiblemente fue una buena solución o simplemente esta negociación quería quitarnos de la mente el hecho que nos encontrábamos deprimidos y que ya era momento de decirnos adiós, pero todavía teníamos la esperanza que se podía salvar casi 15 años de relación. Un año más, y al final se tuvo que dar el paso, ese paso que nos daba miedo dar: SEPARARNOS.


¿Qué fue lo que pasó?

Una noche vi su rostro, ya sabía que iba a decirme, por lo que sólo le dije: "dormiré en el sillón", así lo hice, al día siguiente fui a trabajar con cara de pocos amigos, el color de la vida se puso gris, miraba mi celular una y otra vez, posiblemente me enviaría un mensaje... pero era mucho pedir. El día terminó y no tenía ganas de llegar a casa, no quería enfrentar lo que fuera a encontrar o no encontrar, tampoco estaba prestando mucha atención a mi alrededor, era jueves por la noche y todos los de mi área se iban al happy hour, al cual no fue.


Caminé varias cuadras antes de tomar un bus para ir a casa, quería prolongar más el momento del final... pero llegó la hora, llegué a casa, abrí la puerta, Juit me recibió, tenía los ojos un poco húmedos (Juit es mi mascota, una hermosa labradora, la cual no le gusta quedarse sola), las luces estaban apagadas, prendí la de la sala y me senté en el sofá. Ya tenía mi respuesta.


Sabes cómo es el ser humano, siente dolor y lo único que busca es sentirlo más, así que fui al dormitorio, abrí el clóset, se había llevado sus cosas, me senté en la cama, Juit vino a mi lado y sólo me eché hasta caer dormido. La mañana siguiente llegó, volví a hacer parte de mi rutina, porque el resto de tu vida no se detiene por más que una parte -la más importante, sí-, seguí poniendo una sonrisa y hacer todo de la mejor forma, pero por dentro sólo quería estar tirado en cama.


Durante un mes estuve azul, caminaba sin alma, hacía las cosas en piloto automático y sólo estaba encerrado en casa, por más que había aceptado que todo terminó, sabía bien que estaba en ese momento de duelo, de asimilar toda la situación... y el único que podía salir de eso era yo.


No hubo recetas mágicas, como leyeron en los post anteriores, debía irme de viaje, lo cual ayudó a sanar mis heridas más rápidamente, por lo que regresé a retomar mi vida al 100%, a mi rutina de los últimos 3 años y a volver a tener color; hablé con un terapeuta para saber llevar el dolor e hice lo más importante: me perdoné.


Así que aunque creamos que decir adiós nos hará sufrir, más nos hará sufrir seguir en una relación que no da para más, nuestra alma se pondrá oscura y cada vez que nos veamos en el espejo iremos perdiendo nuestra esencia, más vale que suframos un tiempo -el que sea el más conveniente para ti, ya que, todos tenemos nuestro propio tiempo de sanación-, pero luego volverás a sonreír sin miedo, y cuando te pregunten: "¿por qué terminó tu relación?", digas con convicción: "porque le llego su final y era momento de seguir adelante".


Al final, las razones se quedan contigo, tú decidirás a quién contarle y a quién no, pero lo único que va a importar es que cuando la vuelvas a ver -porque sabemos que el destino le gusta darnos sorpresas-, ya no sentirás el corazón roto o que se odian... sólo sentirás que fue un bonito capítulo en tu vida y que estás escribiendo el siguiente.


Hoy les dejo 2 canciones que hablan mucho de este tema, el dar ese paso de decir adiós, espero que les guste, ya que ambas estuvieron conmigo durante ese tiempo que tuve que aceptar mi ruptura, pedirme perdón y volver a nacer de mis cenizas.


Cuando llegue la hora (Eva Ayllón):



Cry (Kelly Clarkson):


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